lunes, 3 de febrero de 2014

EN BUSCA DE LA INNOVACIÓN

Innovación, una palabra  hoy en  boca de todos pero que a los arquitectos persigue desde sus inicios.  Desde la profesión siempre se ha buscado la innovación, la diferenciación del resto, la singularidad. Sin embargo, en la actualidad esta palabra toma otro matiz. Nos vemos obligados a buscar la innovación en la periferia de nuestro campo, a la invención casi de nuevas competencias en las que poder ser útiles.

Nuestro hábitat natural se ha vuelto hostil,  la creación de espacios físicos y tangibles –imprescindibles por un lado- se ha vuelto apenas una quimera con la que solo los afortunados pueden soñar. No obstante esto no significa el fin, ni el declive de la profesión. Vivimos en un mundo de constantes cambios, más veloces que nunca gracias al avance de las nuevas tecnologías. Y en esta vorágine de cambios es donde un individuo creativo como el arquitecto tiene más posibilidades.

Pero todo cambio requiere una adaptación y es en eso en lo que debemos centrarnos. Debemos olvidarnos quizás del arquitecto entendido como ente creador solitario capaz de abarcar por si solo todos los campos. Y abrirnos a la posibilidad de una comunidad capaz de abarcar todos los frentes que la actualidad requiere y en busca de un mismo fin. Un fin que debe ser entendido como propio por cada individuo, para permitirle trabajar apasionadamente, alejándose así del simple negocio. Y entender ese trabajo global como parte importante de su forma de vida, tanto educacional como social. Una vuelta en cierto modo  a las escuelas, donde cada ser trabaja en simbiosis con sus compañeros para llegar a ese fin común.

Aunque esta adaptación no se limita exclusivamente a la forma de afrontar la profesión, sino que este cambio de paradigmas influye en el propio núcleo de su ser. El arquitecto hoy en día debe ser creador y erudito también de lo incorpóreo, de espacios alejados de lo tangible pero sobre todo, a mi parecer, debe ser capaz de reformular y compatibilizar la arquitectura existente con las nuevas necesidades que esta cambiante sociedad trae consigo. No podemos seguir permitiéndonos la tabla rasa, debemos sensibilizarnos con nuestra realidad y readaptar nuestro ayer y nuestra visión a un presente que cada vez se acerca más al futuro. Un futuro que debemos permitir que siga existiendo.

Tengo la convicción que desde la profesión estamos abiertos al cambio, se nos va en parte el futuro en ello. Sin embargo, nuestra búsqueda de la innovación, allá donde este, debe ir acompañada de una transformación política y social que nos permita el ejercicio de nuestra profesión de una manera libre y segura. Somos una sociedad y como tal debemos avanzar.


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