lunes, 3 de marzo de 2014

TEMPORALIDAD


En palabras de Charles Chaplin : “El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto”.

Y eso, el tiempo, es precisamente el tema central de mi discurso. Desde la antigüedad la arquitectura se ha entendido como una oposición al tiempo. Los edificios nacían con una vocación de permanencia, perdurarían más allá de sus habitantes y sus creadores. Citando a Wren:  “la arquitectura tiene como objetivo la eternidad”.

Sin embargo,  con las exposiciones universales se empezó a desarrollar un concepto de lo efímero, que si bien no era nuevo, si fue la primera vez que se catapultó a las primeras líneas de debate del panorama internacional. No buscaban la eternidad, sino dar solución a una demanda especifica que después desaparecería.

Hoy en día estas dos maneras de entender la arquitectura perviven conjuntamente.

Por un lado, podemos encontrar al estudio de arquitectura Henning Larsen Architects o a  los arquitectos desarrolladores de la CityHome  como defensores de una arquitectura sin fecha de caducidad, que ayude a satisfacer las necesidades presentes y futuras con el fin de crear un único espacio en el que poder habitar durante toda la vida. En el centro de su discurso se encuentra su preocupación por el ahorro de recursos y el impacto ecológico. Consideran que este nuevo modelo de edificación, además de reducir las emisiones de CO2 debido a su diseño de eficiencia energética, también supondrá una reducción en la huella ecológica que la sociedad produce al reducirse las necesidades constructivas. En palabras  de los desarrolladores de la CityHome:

“La casa adaptable enfoca la flexibilidad e identifica cómo un diseño flexible de una vivienda unifamiliar puede ahorrar tiempo, recursos, y emisiones de CO2, en relación con su conversión y extensión”

Mientras, en el otro extremo, arquitectos como Langbein, apuestan por arquitecturas efímeras al no creer posible predecir un futuro tan cambiante. Con este tipo de arquitectura busca adaptarse a las necesidades específicas de un lugar en un determinado momento, asumiendo en su proyecto su temporalidad u obsolescencia.

Sin embargo, tanto Langbein o Kampshoff –otro  arquitecto  defensor-  centran su discurso en el impacto social y su rápida divulgación. Obviando, en muchos casos, los recursos utilizados para su materialización. No quiero decir con esto que despilfarren recursos, ni que no posean una conciencia ecológica que se refleje en sus proyectos (suelen utilizar sistemas constructivos menos invasivos). Simplemente que en sus discursos propagandísticos de su arquitectura, se centran en su carácter experimental; ya que es en este campo-en mi opinión- en el que suelen trabajar.

Antes de comenzar esta investigación daba por supuesto las ventajas que una arquitectura adaptable ofrecía sobre el impacto que producimos en el medio ambiente frente a una arquitectura efímera con fecha de caducidad y abocada a la renovación. Sin embargo, tras rastrear otros puntos de vista he llegado a concordar en muchos puntos de vista con los arquitectos de lo efímero sobre todo en los concernientes a lo mudable de un futuro que nadie ha conseguido predecir con fiabilidad.

La posibilidad de combinar ambos métodos de actuar, creando diseños adaptables pero que ofrezcan la posibilidad de desaparecer fácilmente (si dejan de ser necesarios), es un tema interesante sobre el que podría aportar mis conocimientos sobre arquitectura prefabricada en un medio protegido sobre el que ya he trabajo en cursos anteriores.  Este puede ser mi punto de partida.



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